30 de noviembre de 2008

Así Vivían Nuestras Madres y Abuelas


Dedicado a Gregoria Ruiz de Eguino

¡Cuánto han cambiado los tiempos
y obligaciones aquéllas
de ir a lavar al arroyo
llevando la ropa a cuestas!

Lavarla y echarla al sol
sobre la tupida hierba
para que se blanqueara
regándola con frecuencia.

Otras veces, a los hornos,
el escriño en la cabeza
y van a cocer el pan
que amasaban en la artesa.

O camino de la fuente
el cántaro en la cadera
y en la otra cadera el niño
que no dormía la siesta.

Pues no había cochecitos
ni cuartos para niñeras
y cada mujer tenía
de niños media docena.

Digo por término medio
y no me paso en la cuenta.
¡Qué mujeres las de antaño!
¡Cuánta lucha! ¡Cuánta entrega!

Para sacar la familia
a veces con tanta miseria
de no tener para el hijo
ni un trozo de pan siquiera.

Pero siempre confiaban
en Dios y su providencia
el que mantiene a las aves
que no siembran ni cosechan.

¡Y quién a los lirios viste
con más galas que la ciencia!
Hoy han cambiado los tiempos
y las labores aquéllas.

¿Quién no tiene lavadora
automática de esas
que lavan y dan blancura
y dejan la ropa seca?

El frigorífico lleno
y colmada la dispensa
y por supuesto pan tierno
que lo duro lo desechan.

A pesar de la abundancia
no nacen niños apenas.
¡Se dice que es sacrificio
en esta vida moderna!

Que no hay que traer el agua
ni amasar pan en la artesa
ni que lavar los pañales
ni dar a los niños teta.

Pañales de pon y tira
Se ofrecen en cualquier tienda
Y en la farmacia productos
Como la leche materna.

Y por supuesto, el dinero,
en ningún medio escasea.
Se habla de sacrificio
cuando la abundancia atesta.

Cuánto hay que agradecer
a aquellas madres y abuelas,
a aquella mujer de antaño
tal vez por no ser moderna.

Cuántos debemos la vida
al sacrificio de ellas.
Una madre es una madre
con abundancia o sin ella.

Pero la de la abundancia
no sabe el sufrir de aquélla
que un niño le pide pan
cuando no hay pan en la artesa.

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