19 de noviembre de 2008

En el Funeral de Goya



Querida Goya:
Todos los que estamos aquí, sabíamos que tu vida se acortaba,que un conjunto de males te acosaba, noche y día,que los años pasaban su factura puntualmente.
Pero también sabíamos que no te rendías fácilmente.
Que luchabas.
Que sonreías.


Te has ido, Goya, con la misma discreción y dulzura con que ibas por la vida.Dando las gracias a todos. Amando a este pueblo. Hablando con Dios, cara a cara.Sacando sobresaliente en esperanza, de todas todas.


La muerte, es una cita muy seria, que nos llega a todos,y nos deja entre lágrimas y recuerdos, entre pena y dolor,y, a los creyentes, entre grumos de esperanza.Pero sólo es un fin de etapa. La carrera no se termina.


Has estado a punto de cumplir noventa años.
Sólo noventa.
Te vas demasiado pronto.
Agur Goya, nos dejas tus recuerdos, tu estilo, tu huella.
La alegría de haberte conocido, y un hueco imposible de llenar.


KARL RAHNER, el teólogo del Vaticano II, tiene unos versos hermosos que expresan bien este momento:


“Cuando los ángeles de la muerte hayan barrido todos los escombros fatuos -que nosotros llamamos historia- de los espacios de nuestro espíritu (aunque, naturalmente, quedará la auténtica esencia de la libertad realizada);


Cuando todas las estrellas de nuestros ideales, con los que osamos engalanar el cielo de nuestra existencia, se vayan extinguiendo hasta apagarse;


Cuando la muerte haya impuesto un vacío terriblemente silencioso, y nosotros, creyendo y esperando, la hayamos aceptado en silencio como auténtica esencia nuestra;


Y cuando después, en un terrible sobresalto de alegría indescriptible, se nos muestre que ese terrible vacío silencioso, que nosotros experimentamos como muerte, en realidad está inundado por el misterio original que llamamos Dios, por su luz pura, por un amor que todo lo toma y todo lo da;y cuando, después aún de ese misterio incomparable, aparezca el rostro de Cristo, el bendito, y nos mire -y esta concreción es la superación divina de toda nuestra aceptación auténtica de la incomprensibilidad del Dios incomparable- entonces, entonces yo no me atrevería a describir propiamente lo que vendrá, pero sí a señalarlo, balbuceando, como el que ahora puede esperar aquello que viene, mientras experimenta personalmente el naufragio de la muerte como el comienzo de lo que viene.


Ochenta y ocho años son un tramo largo y corto al mismo tiempo. Para cada uno, el tiempo de la vida, que se le ha concedido, es el breve instante a través del cual se transforma en aquello que será”.


Felicidades, Goya, por tu triunfo, por tu victoria sobre el balcón de la muerte.


Zorionak, Goya, izeba maitea,
bihotz bihotzez.


(11-9-2003)

No hay comentarios: